En los mentideros cercanos a las fuentes del poder se llegó a considerar esta clase de cebo, en su presentación vulgar y rudimentaria, como el enemigo público número uno

Resulta casi ridículo volver a recordar la situación de indefinición en que nos movemos al tratar de controlar un cebo que ha traído de cabeza a los insignes consejeros de pesca desde el mismo momento en que se popularizó, cuando se vendieron cantidades ingentes de aparejos que tenían como diferencia que, con cuatro o seis anzuelos imitando las ninfas que se mueven en los cauces de nuestros ríos, y un enorme y desproporcionado plomo recubierto por un tubo de plástico, eran capaces de conseguirse más picadas y de mejores ejemplares que con la clásica mosca ahogada en la superficie, que ya era decir en la época en que ocurrió este alumbramiento. Como consecuencia, todas las orillas de nuestros ríos se vieron continuamente apedreadas por aquellos descomunales artefactos. En manos inexpertas, con un lance mal dirigido, podrían haber ocasionado lesiones a otros pescadores si coincidía su impacto en alguna zona vital de la cabeza. Fue entonces cuando cundió la alarma entre todo el colectivo deportivo de pescadores de mosca seca y ahogada, asustados de la aceptación que había tenido un señuelo que hasta entonces sólo los primeros lo habían utilizado, eso sí, con singular delicadeza y perfección en las imitaciones, y hasta en el sistema de lances de última generación, que comenzaba a captar cada vez mas adeptos al látigo y al peto. En los mentideros cercanos a las fuentes del poder se llegó a considerar esta clase de cebo, en su presentación vulgar y rudimentaria, como el nuevo enemigo público número uno, que dejaría esquilmadas todas nuestras reservas de salmónidos en un corto espacio de tiempo, por lo que se reaccionó de inmediato prohibiendo el mencionado artefacto de ninfa con su descomunal plomada de arrastre , como si este sistema de arrastre, con plomadas de peso moderado, no hubiera sido utilizado desde tiempo inmemorial para la pesca colocando en el nylon o a su terminación algunos perdigones o hilos de plomo enroscados, para pescar a cebo natural.

Epidemia y picaresca

La epidemia parecía haberse cortado, o por lo menos, reducido a un mínimo de furtivismo imposible de localizar, pero no se contó con la picaresca ni se abordó la raíz del problema, por lo que, en ciertos enclaves donde la abundancia de ejemplares grandes era notoria, como en el embalse de Selgas, se apuró hasta la saciedad el procedimiento de colocar en un aparejo de mosca ahogada (no ninfa) de cinco o mas anzuelos, una gran boya de plástico llena de sal, con la que conseguían que las moscas se hundieran casi hasta el fondo donde quedaba anclado, hasta tanto alguna trucha tropezaba o mordía los señuelos. Ciertamente que no se trataba de plomada de arrastre, porque no era de plomo ni se arrastraba, pero funcionaba con un efecto igual de mortífero en aguas embalsadas.

Mientras tanto, los verdaderos usuarios de la ninfa como cebo efectivo y mortífero siguieron utilizándolo dentro de una legalidad discriminatoria, acentuada aún mas por la presión ejercida por este colectivo sobre los pescadores de cebo natural (a quienes se les han achacado todos los perjuicios que padecen nuestros ríos), y han conseguido que el Consejo de Pesca sea siempre favorable a sus intereses de grupo, lo que puede equivaler a que los representantes de los pescadores dentro del citado consejo pertenezcan al grupo de la mosca seca y ninfas de cuerpo plomeado, ya sea individual o colectivamente, o a que ellos y el resto de los consejeros han apostado por la modernidad de los procedimientos sofisticados, con sus espectaculares concursos exclusivos de mosca (donde se admiten ninfas descaradamente plomeadas), celebrados en escenarios debidamente preparados, donde la suerte de conseguir un tramo recién repoblado demostrará hasta qué punto son reales los méritos de los primeros clasificados. Me explico: si una asociación de pesca tiene un representante dentro del consejo que sea pescador de mosca seca, opinará con la subjetividad que caracteriza a este grupo, aunque represente teóricamente a todos los grupos de la asociación. Las comparaciones siempre son odiosas, y este comportamiento se puede comparar a algunos arquitectos que prefieren edificios acristalados y rectilíneos, y no dudarían en arrasar u ocultar ruinas o descubrimientos arqueológicos, o incluso monumentos patrimonio de la humanidad, si se atreviesen a estorbar en el trayecto de un proyecto de autopista, o simplemente en una construcción actual para viviendas o en una urbanización en terreno recién recalificado.

Contra la extracción masiva

El motivo por el que se han ido prohibiendo todos los cebos considerados perjudiciales ha sido siempre el de restringir la extracción masiva de truchas, lo que perjudicaría notablemente el equilibrio ecológico de la especie. El asticot y las huevas, con prohibiciones totales. La lombriz, el gusarapín y otros cebos naturales, con prohibiciones parciales. Y la ninfa con una prohibición discriminatoria con apariencia de equidad, como burlándose descaradamente del resto.

Sería mas ético proceder a la eliminación del gancho en todos los anzuelos, que podría extenderse hacia todos los procedimientos, sean con muerte o sin muerte, lo que equivaldría a admitir de nuevo todos los cebos naturales no exterminadores, devolviendo a las truchas más de un 50% de probabilidades de defensa, sobre todo en aguas movidas y con ejemplares medianos o grandes. ¿Hay mucha diferencia entre la pesca de mosca sin muerte o con anzuelo liso a la pesca con cebo en las mismas condiciones, si los anzuelos son los adecuados para cada tipo de modalidad?

Pero la cuestión que nos ocupa es la siguiente: ¿Por qué se ha prohibido la ninfa con plomada de arrastre? Es obvio que por su efectividad, y su efectividad le viene de poder presentarla entre dos aguas, por donde se desplazan las ninfas naturales durante su transformación. Pero para hacerla circular entre dos aguas es necesario que una plomada se arrastre por el fondo tirando del aparejo o que, por el contrario, las propias ninfas vayan plomeadas en su cuerpo para que se hundan lo suficiente. ¿Cuál es la diferencia, si lo pretendido por ambos estilos es lo mismo: transitar entre dos aguas, para que aparenten naturalidad? La diferencia está en que uno de los grupos está privilegiado por unas normas discriminatorias, hasta el extremo de poder pescarse en todos los lugares, con muerte, sin muerte, e incluso en los campeonatos, lanzando con el látigo colas de rata con tres ninfas: la de arrastre con un cuerpo mas voluminoso, bien plomeado para que se hunda, y otras dos espaciadas de tamaño mas normal (que son las que pescan), pero también plomeadas. Y, para remate de despropósitos ¿Por qué tres moscas o tres ninfas y no tres anzuelos en aparejos de cebo natural, o tres anzuelos en las cucharillas, no juntos sino espaciados por detrás de la paleta, o tres cucharillas de un solo anzuelo en el mismo aparejo, o tres codales para la mosca de mayo? ¿Y los aparejos de mosca ahogada que siempre tuvieron y aún siguen con cinco o más anzuelos? Tendremos que resucitar a Atila, rey de los hunos, para que disponga que todos los aparejos de pesca, sean del tipo que sean, lleven solamente un anzuelo y, además, liso, cercenando a toque de mandobles todas las normas privilegiadas que contravengan este decreto.